El simbolismo de la kaaba

Los musulmanes única y exclusivamente adoran a Al-lah, por lo tanto, es erróneo señalar que la kaaba es adorada por sí misma.

¿Qué es la kaaba? ¿Qué simboliza?

La Kaaba es el lugar de adoración que fue construido hace casi 4000 años por Abraham y su hijo Ismael, la Paz y las Bendiciones sean con ellos, por orden de Al-lâh.

Esta construcción fue hecha de piedra, donde fue el lugar original de un santuario establecido por Adán, la Paz y las Bendiciones sean con él. Al-lâh le ordenó a Abraham, la Paz y las Bendiciones sean con él, que convocase a toda la humanidad para visitar la Kaaba. Por eso, cuando los peregrinos visitan la Kaaba, dicen:

Ehme aquí, oh Señor.

Abraham construye la Kaaba para ubicar geográficamente el corazón del hombre, para darle cuerpo al corazón humano. Las vueltas a la Kaaba son las vueltas que das a tu corazón como sede de la intuición del Uno. Lo que hay en la Kaaba es la insinuación de la Majestad, la percepción de un vacío que nos colma.

La PIEDRA NEGRA de la Kaaba indica el punto de partida para la vuelta ritual alrededor de la Kaaba, la Casa de Al-lâh; y por su color se distingue del edificio.

Esta piedra no se adora, ni se posterna tampoco en su dirección: la posternación tiene valor en dirección a cualquier punto del edificio. El peregrino pone su mano si quiere (es opcional), sobre esta piedra para prestar juramento de fidelidad y obediencia a Al-lâh.

El vacío

Así, pues, la Kaaba no es más que una figura cúbica vacía. Dentro NO HAY NADA.

Porque los musulmanes solo nos se rindenden ante Al-lâh. El Islam surge cuando se han derribado los ídolos. Se es musulmán precisamente cuando no se tiene ninguna religión. El musulmán busca a su Señor verdadero desde la espontaneidad.

Se intuye a Al-lâh cuando han sido barridos todas los velos que enturbian la razón del ser humano, cuando se ha renunciado completamente a todo deseo de poder, de imponer nuestras fantasías a una realidad que no depende de nosotros para desplegarse.

Los peregrinos se anulan ante Al-lâh, dejan de ser átomos separados y por unos instantes viven la reconstrucción cosmogónica del Universo a partir de un encendido punto de Luz. Peregrinar es, para un musulmán, morir al espacio y al tiempo, pues una vez que el viajero llega a la orilla del mundo y se zambulle en la corriente vertical de su eje, el Creador lo recibe en Su océano de Paz.